Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil

...Pues como todo poder que se concede con el encargo de cumplir un fin determinado ha de limitarse a la consecución de ese fin, siempre que el fin en cuestión sea manifiestamente olvidado o antagonizado resultara necesario retirar la confianza que se había puesto en quienes tenían la misión de cumplirlo; así, el poder volverá a manos de aquellos que lo concedieron, los cuales podran disponer de él como les parezca más conveniente para su proteccion y seguridad. De este modo la comunidad, conserva siempre un poder supremo de salvarse a si misma frente a posibles amenazas e intenciones maliciosas provenientes de cualquier persona, incluso de los legisladores mismos; pues puede ocurrir que éstos sean tan insensatos o tan malvados como para planear y llevar a cabo proyectos que vayan contra la libertad y la propiedad de los súbditos....
John Locke


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viernes, 3 de febrero de 2012

La Retórica del “por ahora” ya no tiene porvenir ninguno*

La Retórica del “por ahora” ya no tiene porvenir ninguno*
*Gral. Brig. (GN) Regulo H Diaz V

No es tan facil imaginar que el desprestigio de aquel “por ahora” vive de la indeterminación que afecta tanto la historia de su maldad como la de su pasado. No supimos para que servia si es que una vez sirvió pero de lo que si estamos seguros es que hoy no sirve para nada. Aquel “por ahora” sirvió como una manera de engañar, manipular y para emocionar. Pudo ser una de esas palabras por separado o todas a la vez. En todo caso, no son iguales entre si, ni forzosamente son sinónimos. En la medida en que dicha retórica sea una fatalidad histórica ella misma imposibilita pensar de otra manera; por ello mismo seguimos prisioneros de un pasado que, bajo la ilusión de progreso, se le ha denominado patriotismo.
Hoy el gobierno de quien pronuncio aquel “por ahora” pretende una vez mas hacer creer que no dio un golpe de estado fallido. El pasado no da pie para su discusión. Nadie en su sano juicio discutiría si es cierto o si es falso que ese hecho ocurrió.
Por su parte, el poder que tiene el responsable de aquel “por ahora” especialmente en discursos como el que se dará mañana 4 de febrero haciendo uso precisamente del poder que se ostenta “por ahora” es relativo. El celebrado por su parte piensa que lo que dirá es cierto. No ofrece duda. Pero siendo razonables, es claro que aquel 4 de febrero de 1992 de un lado estábamos quienes defendíamos la Constitución y honrábamos nuestro juramento y del otro lado estaban quienes quebrantaban el pacto social y rompieron las reglas que juramos defender. Que la Patria se los demande.
Mañana, el orador político a la luz de lo hasta dicho “por ahora”  estará llamando a grandes cosas. Tal es el destino de la vocación que espera con ansiedad l orador deliberativo desde sus diversos y sucesivos ropajes históricos como legislador, como conductor, como estadista, tribuno hasta el mas humilde rol de dirigente de partido o como el marcial comandante de la revolución en traje verde oliva.
Mañana nuevamente se pronunciara un “por ahora”, un por ahora sin porvenir un “por ahora” que no inducirá a nada. La retórica del por ahora tiene hoy otro sentido. No debe extrañar que los usuarios de la retórica del “por ahora” especialmente Hugo Chávez tengan la conciencia de una limitación considerable a la hora de la realización de sus proezas oratorias o deliberativas. Concientemente, el fenómeno de la emulación excita la vanidad; el síndrome imitar a Bolívar, imitar al Che, imitar a Sandino, constituyen claras muestras de divulgación continental de ese gusto político por lo macabro, sin embargo, mas importante es que la palabra publica se encienda ilusoriamente por si misma: Que el verbo solo se hace verbo y nunca carne. Que el habla sublime del discurso que se dará mañana degenere cínica o hipócritamente en la producción de su propia necesidad comunicacional. Chávez, los héroes están muertos, con mucha razón el difunto Manuel Caballero te llamaba el héroe del museo militar y el discurso exige que prosiga la emulación patética por vía de prosopopeya. Las pasiones ya han silenciado convencionalmente a la razón y constituyen un tipo de sede argumental física y moralmente indiscutible. Ese discurso y esa retórica resultan vulnerables precisamente en razón de su máxima peligrosidad: nos referimos a su capacidad para implantar un tipo de autoritarismo discursivo. Chávez, la retórica de tu “por ahora” no encarcelara nuestra razón porque ya NO TIENE PORVENIR

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