Repensar las FAN, es una tarea que
debemos emprender radicalmente con el fin de asumir de manera responsable la
posibilidad de comprender las condiciones actuales en que se encuentra la Institución
para poder pensar realmente cual es el rol que debe cumplir el aparato de
defensa de la Nación como institución al servicio del Estado, que no del
gobierno de turno y los miembros que la conforman. Se trata entonces de asumir,
moralmente en serio, y sin mezquindades el principal reto que se nos avecina,
lo que presupone, exige y obliga, a “ser libres
de pensamiento”. Tamaño compromiso el nuestro.
El proceso de reinstitucionalización
de la FAN, después de haber sufrido un cambio significativo en lo que debe ser
una Fuerza Armada en el Siglo XXI, como es el caso nuestro, debe pasar en todo
caso por un proceso de reacomodo que permita volver a construir desde sus ruinas,
una verdadera estructura que conceda al país entero volver a tener confianza en
su FAN para ganarse de nuevo el respeto de los ciudadanos. Esta confianza, no
debe generarse de la crítica cotidiana que hacemos nosotros, sus hijos, sino de
la verdadera y necesaria lectura de la realidad que nos circunda de tal manera que
podamos producir cambios reales sobre la base de propuestas constructivas en
donde la inclusión de los más vulnerables sea una realidad como sujetos
primordiales del proceso de cambio que se quiere lograr.
Este desafío
de reinstitucionalización de nuestra FAN debe pasar necesariamente por volver a “democratizarla”, en el
entendido de que la FAN no es para nada un partido político y sobre todo que no
está al servicio de persona o parcialidad política alguna; que la armas que nos
entrega la República, son para defenderla de toda amenaza, interna o externa
que quiera imponer su voluntad. Me quiero detener aquí para mencionar un
aspecto que es puntual en lo que intentamos hacer, y no es otra cosa que la Obediencia. En
su artículo "Combate, órdenes y juicio", Keith Nightingale observa
que el día D en 1944, "la
desobediencia ese día comenzó a ser una virtud compartida". Nightingale
señala en el referido articulo que fue la desobediencia decisiva la que creó el
éxito en Normandía.
Pero ¿Cómo es esto posible?
Incluso el observador más casual de los militares notaría que la obediencia es
una virtud militar central, indispensable para el buen orden y la disciplina
que caracteriza la empresa militar. Samuel Huntington señala que "la lealtad y la obediencia son las más
altas virtudes militares". A continuación cita al estratega naval
Alfred Thayer Mahan en la afirmación de que la obediencia es la virtud militar
de la que dependen todos los demás, argumentando que un miembro militar es
juzgado por la prontitud y eficiencia en la forma en que llevan a cabo una
orden, invocando la famosa línea de Henry V de Shakespeare: "Porque si la causa del rey está
equivocada, nuestra obediencia al Rey limpiará el crimen de ella fuera de nosotros"
Huntington refleja lo que
podríamos considerar como la visión del sentido común de la obediencia, primero
que es una virtud y la virtud de la que fluyen todos los demás. Ser un miembro
profesional de la FAN, significa ser obediente; Ser desobediente es, por lo
tanto, poco profesional. Sin embargo, los juicios de Nuremberg y los
acontecimientos de My Lai demuestran que el concepto de obediencia no es tan
simple. Se espera que los miembros militares desobedezcan órdenes
manifiestamente ilegales o inmorales, de modo que la obediencia no puede ser
una virtud incondicional. Esto plantea varias preguntas importantes: ¿Son la
ilegalidad y la inmoralidad las únicas circunstancias en las que la
desobediencia es una demostración de profesionalidad? ¿Dónde está la línea
entre las órdenes que requieren obediencia y las que no lo hacen? ¿En qué
circunstancias la desobediencia es profesional? La noción de
"desobediencia disciplinada" es útil para entender este concepto. En
su discusión sobre el futuro del Ejército de Estados Unidos y las guerras que
lucharán, el General de Ejército Mark Milley argumenta que la desobediencia
disciplinada será requerida a veces para "alcanzar el propósito más amplio de la misión". Las
observaciones de Milley subrayan la idea de que para ser leales o demostrar
otras virtudes críticas para el ejército Profesionalismo (como la confianza y
la integridad), puede que tenga que ser desobediente. El objetivo es tener
soldados que no sean sólo obedientes, sino también leales y que demuestren las
otras virtudes del profesionalismo militar. Esto requerirá el ejercicio del
juicio sobre los reclamos y compromisos morales; Lo que "moral"
significa aquí no es la moralidad individual de la persona sino normas éticas
en el contexto de la profesionalidad militar. Cualquier apelación debe ser a
esa norma. Esto requerirá más atención y educación en el ejercicio del juicio
profesional y la discreción dentro del marco ético del profesionalismo militar
para que, al igual que otras habilidades y hábitos mentales esenciales para la
profesión, se practique y se desarrolle bien.
En este mismo orden de ideas, la
historiadora Elizabeth D. Samet señala que el desarrollo de una república
democrática como resultado de la Revolución Americana significó que debían
desarrollarse nuevas formas de obediencia y lealtad; El miembro militar es un
ciudadano así como un soldado. No se pierde la ciudadanía o la lealtad como
ciudadano cuando se alista o se comisiona: "Usado
para gobernar en vez de ser gobernado, el ciudadano ilustrado de una república
ya no se rendiría a la obediencia abyecta" . Esta idea de roles
duales, La identidad de dos miembros de Janus como miembro militar es un punto
de partida crítico en esta discusión, ya que comienza con el hecho básico de
múltiples lealtades, múltiples compromisos morales y responsabilidades éticas.
Otro aspecto, significativo de este
proceso, debe ser el referido al respeto
a los DDHH, que si bien es cierto se pude ver como algo sobreentendido,
también es cierto que antes y ahora se cometen violaciones de los DDHH
individuales y colectivos tanto de los miembros de la institución como de los
ciudadanos en particular.
Otro aspecto que debemos tratar, es el “culto a Bolívar”, especialmente el
referido al combate ideológico político de los inciertos y turbulentos tiempos
que hemos vivido a lo largo de 18 años, para traer a la conciencia de los
miembros el daño moral y las res perspectivas
consecuencias que representan la momificación de su pensamiento, en
donde el exacerbado “bolivianismo”, que
en el pasado había quedado para la celebración de fechas patrias, a partir de
1992 hicieron pensar a los que lo invocaron como si sus reflexiones, las de
Bolívar, eran casi premonitorias hasta llegarlas a imponer en forma de credo.
El propósito general de lo que
intentamos hacer, es reflexionar sobre las dificultades de repensar la FAN.
Nada les parecerá más extraño que esto. Muchos se estarán preguntando: ¿Acaso
no nos sabemos de memoria cual es el rol de la FAN o que son ellas? Sin
embargo, estas reflexiones, es el sentido más decisivo que se le puede otorgar
a la pregunta de Repensar la FAN. Tenemos que definir muy bien entonces lo que
son nuestras “ideas” y nuestras “creencias”, nuestros “principios y “valores” y
será entonces que, a través de nuestros pensamientos, podamos entonces repensar
la FAN y en este sentido paradójicamente pensar en Venezuela. Esto, lo hago,
como un llamado nostálgico y aleccionador, y porque no decirlo, como un
llamado, que nos permita recuperar la fe perdida.
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