Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil

...Pues como todo poder que se concede con el encargo de cumplir un fin determinado ha de limitarse a la consecución de ese fin, siempre que el fin en cuestión sea manifiestamente olvidado o antagonizado resultara necesario retirar la confianza que se había puesto en quienes tenían la misión de cumplirlo; así, el poder volverá a manos de aquellos que lo concedieron, los cuales podran disponer de él como les parezca más conveniente para su proteccion y seguridad. De este modo la comunidad, conserva siempre un poder supremo de salvarse a si misma frente a posibles amenazas e intenciones maliciosas provenientes de cualquier persona, incluso de los legisladores mismos; pues puede ocurrir que éstos sean tan insensatos o tan malvados como para planear y llevar a cabo proyectos que vayan contra la libertad y la propiedad de los súbditos....
John Locke


Follow erredv on Twitter

domingo, 19 de junio de 2011

HUGO CHAVEZ TIENE PROBLEMAS EN DOS FRENTES*

Hugo Chávez no está bien. El hiperactivo presidente venezolano está despachando desde una cama de hospital en La Habana, luego de una operación de emergencia el 10 de junio para remover un “absceso pélvico”,  hecho que interrumpió la última de sus muchas visitas oficiales a Cuba. Nunca se reveló la gravedad del procedimiento. Las autoridades dicen que no está relacionado con la rodilla izquierda, que redujo la movilidad del presidente y lo obligó a usar un bastón. Chávez continúa firmando decretos, y sus más cercanos colaboradores sostienen que se está recuperando y pronto estará de regreso en Venezuela. La oposición ha preguntado si Elías Jaua, el vicepresidente, debe ser el presidente interino, pero éste dice que no es necesario.
Los problemas médicos de Chávez podrían ser superados por sus problemas políticos. Venezuela ya está en medio de una campaña presidencial que no comienza -oficialmente- hasta el próximo año. La coalición opositora debe elegir a su candidato en febrero. Suponiendo que el gobierno no altere el calendario, que no está garantizado, las elecciones presidenciales se llevarían a cabo en diciembre de 2012. Sin embargo, la pregunta más importante es: ¿Puede el ex oficial del ejército, que ha estado en el poder desde 1999, ganar otro período de seis años?
Hundido en la recesión por los últimos dos años, y plagado por una inflación cercana al 30%, el país ha vuelto recientemente al crecimiento económico. El gobierno proyecta un aumento de 4% en el PIB  este año gracias a mejores precios del petróleo,  aunque los estimados del sector privado son aproximadamente la mitad de esa tasa. Incluso si el crecimiento se mantiene modesto, Chávez ha tomado cientos de millones de dólares en fondos públicos sin auditar, y debe estar en posición de pagar por una orgía de gasto pre electoral.
Cháevz ha estado ya en campaña por varios meses, luego de lograr en 2009 la aprobación de una enmienda constitucional que eliminó los límites a la duración del mandato presidencial. “No hay necesidad de primarias”, dijo recientemente, “porque todo el mundo sabe que he asumido una vez más la responsabilidad de ser candidato a la presidencia”.
Con todos los recursos del petro-Estado a su disposición, el don de la locuacidad y el poder para obligar a los medios radioeléctricos para que transmitan sus interminables discursos en vivo, sin duda es un oponente formidable. Pero si las encuestas pueden creerse, esta elección no serán pan comido, incluso asumiendo que Chávez vuelva pronto estar sano.
El mismo presidente ha señalado a una encuestadora vinculada al gobierno, GIS XXI, la cual le da un 51% de popularidad. Eso es admirable luego de 12 años de gobierno, pero poco para la dominación que ha disfrutado antes de las elecciones anteriores. Análisis menos favorables con el gobierno han señalado que tres quintos del electorado piensa que debe dejar el poder en el 2012. Una encuesta encontró que su principal contendiente por parte de la oposición –Henrique Capriles, el joven gobernador de Miranda- podría derrotarlo en una contienda.
No obstante, el campo de juego no estará nivelado. Además del abusivo uso de los recursos del Estado para su campaña, Chávez tiene agarrada por el cuello a la autoridad electoral. Muchos empleados públicos creen que el gobierno sabe como votan, una preocupación que se exacerbará si es aprobada una propuesta para equipar las máquinas de votación electrónica con aparatos de captahuellas. Y hay motivos de sobra para temer una represalia por apoyar a la oposición: en los años siguientes a 2003, luego de que se recogieran firmas para llamar a un referendo revocatorio contra Chávez, muchos empleados públicos que firmaron la petición fueron despedidos, o se les negaron créditos o documentos oficiales como pasaportes.
El gobierno además ha hostigado a los potenciales candidatos opositores. En 2004, Capriles pagó cuatro meses detención por entrar a la embajada cubana durante el intento de golpe contra Chávez en el 2002. El caso aún sigue abierto en su contra. Leopoldo López, quien lidera el Partido Voluntad Popular, ha sido inhabilitado para postularse como consecuencia de acusaciones de corrupción que no se han podido sustanciar, y Manuel Rosales, quien compitió contra Chávez en el 2006 y enfrenta cargos similares, está en el exilio. Antonio Ledezma, el alcalde mayor de Caracas y también un candidato declarado, ha sido despojado prácticamente de todos sus poderes y competencias de gobierno.
El más reciente juego del presidente para debilitar a sus rivales ha sido el despliegue de unidades especiales con rimbombantes nombres militares en algunos de los estados más afectados por los recientes aguaceros. El escuadrón enviado a Miranda es presidido por Elías Jaua, quien frecuentemente califica a Capriles, un político centrista, de “fascista”.
Quizás el mejor indicador del nerviosismo gubernamental, sin embargo, es el distanciamiento de las promesas de campaña de Chávez de la realidad. Después de asumir la responsabilidad de resolver el gran déficit de viviendas del país, el presidente ha jurado que construirá 2 millones de viviendas en los próximos seis años. Eso es aproximadamente ocho veces la tasa promedio de la última década. “Estoy apostando mi pellejo” en lograr esto, declaró Chávez –o al menos en lograr que los electores se lo traguen el tiempo suficiente como para reelegirlo.

*THE ECONOMIST | 16 de junio 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario